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| #Opinión | Festival Internacional San Luis en Primavera 2024: Entre el Espectáculo y la Superficialidad
El reciente Festival Internacional San Luis en Primavera 2024, anunciado con bombo y platillo por el Ayuntamiento de la Capital, se presenta como un monumental éxito, con cifras que a primera vista deslumbran: más de 200,000 asistentes y una derrama económica superior a los 350 millones de pesos. Pero, ¿es todo tan brillante como parece, o estamos ante una fachada de éxito que esconde las sombras de la superficialidad?
El festival, autodenominado inclusivo por la asistencia de más de mil personas con discapacidad, parece olvidar que la inclusión no debería ser un añadido, sino un fundamento. La mención de intérpretes de Lengua de Señas Mexicana y chalecos sensoriales, aunque positiva, huele a la mínima concesión en lugar de una verdadera integración. Celebrar la inclusión como un logro extraordinario solo resalta cuán bajos son los estándares habituales.
La ocupación hotelera, que alcanzó el 100% en el Centro Histórico, se nos presenta como otro triunfo. Sin embargo, esta cifra no hace más que subrayar el beneficio económico para unos pocos, dejando preguntas sobre la sostenibilidad y el impacto a largo plazo de tales eventos en la comunidad local. El turismo, si bien esencial, cuando es mal gestionado, puede llevar a la gentrificación y a la pérdida de la esencia cultural que se pretende celebrar.
La distribución de los eventos, con 80 actividades repartidas en 10 sedes, y la participación de más de 600 artistas, mitad de ellos potosinos, se enmarca como un esfuerzo por proyectar el talento local. Sin embargo, este balance puede ser también una señal de autocomplacencia, una oportunidad perdida para realmente desafiar y expandir los límites del arte y la cultura local en el diálogo global.
En el apartado deportivo, eventos como la NASCAR México Series, aunque atraen a multitudes, plantean interrogantes sobre la coherencia del festival. ¿Es realmente un festival de primavera, o un conglomerado de eventos dispares reunidos bajo una marca para inflar las cifras de asistencia y satisfacción?
Finalmente, la retórica empleada por el Ayuntamiento para compartir estos “resultados” es ajena a cualquier partido político, una afirmación que, si bien intenta proyectar neutralidad, no puede más que suscitar escepticismo. En tiempos donde la línea entre lo cultural y lo político es borrosa, esta declaración se lee como un descargo de responsabilidad más que como una garantía de imparcialidad.
El Festival Internacional San Luis en Primavera 2024, con todas sus cifras y su autoproclamada inclusividad, se revela no tanto como un triunfo de la cultura y la comunidad, sino como una maquinaria bien engrasada de autopromoción y beneficio económico. En lugar de un reflejo fiel del espíritu de San Luis, el festival parece más bien un espejismo de éxito, una sombra larga en una primavera que prometía mucho más.