#OPINIÓN… Aleatoriedad y Teatro: La Farsa de Seguridad en la FENAHUAP
Ah, la perenne saga de las ferias y sus juegos mecánicos, donde la emoción de la velocidad y la altura se ve repentinamente opacada por el más humano de los fallos: el error y la negligencia.
La Feria Nacional de la Huasteca Potosina, en un giro que nadie podría haber previsto (inserte aquí una pausa dramática para permitir el asentimiento cínico del lector), ha decidido que, tras el incidente que no solo puso en juego la seguridad sino que efectivamente jugó a la ruleta rusa con ella, es hora de reforzar las medidas de seguridad.
La solución propuesta tiene toda la trama de una novela de Kafka: supervisiones aleatorias cada cierto número de ciclos de trabajo. La aleatoriedad, ese pilar de la seguridad y la fiabilidad.
Es como si alguien sugiriera controlar el tráfico aéreo mediante el lanzamiento de dados o decidir cirugías cardíacas con una ruleta. ¿Quién necesita de rigurosidad y constancia cuando se puede confiar en el azar para la seguridad?
La comitiva, digna de una procesión real, fue encabezada por el Presidente Municipal Interino, quien, en un acto de valentía o quizás de mero turismo administrativo, recorrió los juegos mecánicos verificando los sistemas de seguridad. Uno podría preguntarse qué grado de pericia técnica podrían aportar a esta revisión, pero tal vez eso es ser demasiado quisquilloso.
Al fin y al cabo, la presencia misma de autoridades en las inmediaciones de maquinaria potencialmente letal debe de haber sido suficiente para intimidar a cualquier tornillo suelto o cable desgastado a volver mágicamente a su lugar.
Y en el núcleo de este torbellino de acciones correctivas, encontramos la causa del incidente: una mezcla explosiva de falla mecánica y un descuido humano.
Pero, gracias al cielo, los sistemas de seguridad funcionaron, evitando que la estructura se desplomara completamente. Uno casi puede oír el suspiro colectivo de alivio de la administración de la feria, mezclado con el murmullo de “podría haber sido peor”.
Para los lesionados y sus familias, esta serie de eventos seguramente se sintió como una montaña rusa de emociones, con la noticia reconfortante de que la mayoría fueron dados de alta rápidamente, y uno aún en observación, “en buenas condiciones de salud”, según reportes familiares.
Un final feliz, o al menos tan feliz como puede ser cuando se sale ileso de las fauces de un accidente en juegos mecánicos.
En conclusión, la respuesta a este incidente, con sus supervisiones aleatorias y la fe ciega en sistemas de seguridad que justo evitaron una tragedia mayor, no es más que un espejismo de acción, un teatro de la seguridad que actúa como un bálsamo para la opinión pública.
Mientras tanto, los riesgos permanecen, escondidos entre las sombras de la aleatoriedad y la responsabilidad difusa, esperando el próximo “incidente” para volver a la luz.