Orquesta Sinfónica de SLP homenajeará a Chava Flores
A partir de las 18 horas de este sábado en el Teatro de la Paz, la Orquesta Sinfónica de San Luis Potosí rendirá un homenaje musical a Salvador Flores Rivera, el popular Chava Flores, nacido un 14 de enero de 1920. Descriptor, narrador y cronista literario – musical del México de los años cuarenta, cincuenta, sesenta, setenta y hasta su muerte el 5 de agosto de 1987.
Se contará con la participación de varios cantantes y músicos destacados que participarán en este merecido homenaje y que fueron parte importante de sus colaboradores musicales e intérpretes desde hace cuatro décadas.
Myrza Maldonado, Martha Isabel Cejudo, Luis Gilberto Pérez «El Pachuco» y los guitarristas Humberto Adam y Manuel Ramos engalanarán el concierto con la interpretación de selectas piezas del extenso repertorio de Chava Flores; las y los asistentes disfrutarán de “La tertulia”, “A que le tiras cuando sueñas mexicano”, “Cachito de retrato”, “La interesada”, “Boda de vecindad”, “Apolonia la bonita”, “El gato viudo”, “La misma cara de Julia”, “Ingrata pérjida”, “En México”, “Vieja carta”, “Mi México de ayer”, “Llegaron los gorrones”, “Peso sobre peso”, “Sábado Distrito Federal”.
La Orquesta Sinfónica de San Luis Potosí abrirá el programa con el vals “Alejandra” de Enrique Mora Andrade. Luego, en el centro del programa ejecutará como intermedio musical “¡Qué bonita es mi tierra!” de Rubén Fuentes, ambas piezas en sendos arreglos del compositor jalisciense Omar Gutiérrez Robles, reflejos del antes de Chava Flores y de su influencia en la música del México de su tiempo.
De esta manera, en presencia de su hija María Eugenia Flores de Velázquez, se recordará a quien -en las descripciones musicales de lo cotidiano, de su amor por los barrios y vecindades del creciente y sufriente conglomerado humano de la Ciudad de México, a su vez alimentado por el masivo éxodo de connacionales de todos los puntos de nuestra república- representa humorística, nostálgica, dolorosa y heterogenia la imagen brutalmente cambiante, en corta data del agrarismo al urbanismo, con su maldición acompañante e inevitable de la riqueza concentrada en una minoría y pobreza extendida a la generalidad de los habitantes de los barrios populares.
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